martes, 1 de agosto de 2017

Manual del vecino cabrón

Ser respetuoso con los demás mejora la convivencia. No hay duda. A todo el mundo le gusta ser respetado. Incluso, puede ser agradable respetar a los demás. Pero quizás tú eres diferente y encuentras placer en molestar. Porque sí. Porque eres un desgraciado.

Si éste es tu caso, aquí van algunas ideas que puedes hacer, y sin salir de casa.


Camina con tacones 

No esperes a salir a la calle para disfrutar de tan cómodo calzado. Usa los tacones como zapatillas de estar por casa. Y muévete mucho. De una habitación a otra. Sin motivo. Porque sí. Por molestar. Ah, y huye de prejuicios machistas. No dejes de usar tacones por ser hombre.




Cambia los muebles de sitio… todos los días 

Arrastrar sillas y muebles, en general, es bastante molesto. Entonces, ¿por qué no hacerlo todos los días? Trata de hacerlo con frecuencia. Y a diferentes horas. No seas predecible.



Sube el volumen 

En general, escuchando la radio, viendo la tele o jugando al ordenador. Sube el volumen. Al máximo. ¿Sabes que hay unos cascos especiales que aíslan del ruido y que te pueden permitir atronar a los vecinos mientras tú te echas la siesta?




Elige bien tus aficiones 

Hay gente que, en sus ratos libres, se dedica a la filatelia, a coleccionar mariposas o a construir un galeón del Siglo XVII. Mal. Eso no hace ruido. No molesta. La carpintería, en cambio, sí. ¿Por qué no construir tus propios muebles en casa? ¿Por qué no destruirlos después, y volverlos a construir, y así sucesivamente? Martillo, taladradora, sierra eléctrica. No te cortes.




No aprendas a tocar un instrumento musical 

Esto no quiere decir que no toques un instrumento. Al contrario. Toca. Sólo asegúrate de no hacerlo bien. Asimismo, ten cuidado de elegir bien el instrumento, no vaya a ser poco ruidoso. Puedes comprarlo de segunda mano. Total, si suena mal mejor.




Ten hijos. Muchos hijos. 

Tener hijos es una bendición, si son deseados. Pero aquí se trata de ser un indeseable. Por ello, ten muchos hijos. Los niños lloran, gritan y dan golpes. Aunque eso no es mérito tuyo. Sí puedes, en cambio, impedirles socializarse y obligarles a jugar en casa. Chicos, ¿un partido de baloncesto en el pasillo?




Ten mascotas. Muchas mascotas 

Si el perro es el mejor amigo del hombre, el perro que ladra mucho es el mejor amigo del vecino cabrón. Si se puede entrenar a tu perro a dejar de ladrar se puede también hacer lo contrario. Guau!




Cocina mal 

Las molestias acústicas no son las únicas que puedes practicar. ¿Qué tal unas sardinas a la plancha cuando hay ropa de los vecinos tendida? Deliciosas. Tampoco tengas especial cuidado cocinando. Deja que la comida se queme. O se pudra y atraiga bichos.




Extiende las molestias a las zonas comunes 

¿Por qué limitarse a molestar dentro de casa? Hay que ser ambicioso. Saca la basura después de la hora de recogida. Especialmente en verano. Deja a tu perro hacer sus necesidades en zonas comunes. Acompáñale tú de vez en cuando. Etcétera.




Da miedo 

La molestia suprema. Que tus vecinos sientan miedo de ti, estés o no estés delante. No se puede hacer nada peor.




 Ahora, en serio, no hagas nada de esto. NO LO HAGAS o serás un cabrón.

Texto: Fernando Moreno, cabrón profesional.

martes, 3 de mayo de 2016

Las diez cosas que verdaderamente gustan a los hombres de las mujeres

1. Menos es más 

¿Recuerdas a Kate Moss con una camiseta blanca y unos Levi's 501? Pues eso.



2. La mejor Boutique del mundo es un gimnasio 

O la calle para correr. Déjate de modelitos imposibles o de esconder michelines. Nos vamos a dar cuenta. Si quieres tener un cuerpazo, un culito o un culazo, modela tu cuerpo a tu antojo. No hay atajos, suda el jamón.




3. Tu cerebro nos pone. Mucho.

Para un polvo puede ser, pero en general huimos de la guapa tonta. Una conversación interesante nos puede poner a mil.






4. Si tienes un buen cuerpo, úsalo

Y déjate ver. Enseña. No queremos monjas tapadas hasta la barbilla. Solo hay una  vida y queremos ver.




5. Sí. Nos fijamos en los detalles.

¿Crees que no miramos tu colgante? ¿Crees que no nos hemos fijado en tus pendientes? Mucho más de lo que crees.




6. Maquillaje sí. pero el justo.

Nos gustáis naturales. Por favor. No queremos despertar al día siguiente al lado de otra persona distinta con la que nos acostamos. Si tardas más de 4 minutos en maquillarte, la estás cagando.




7. Si dudas, tacones.

Los tacones hacen que
a. Seas un poco más alta
b. Tus piernas más estilizadas
c. Tu culo más culo

No te los pongas para jugar al tenis, pero nunca van a sobrar en una cena.




8. El pelo es importantisimo.

Casi todos nosotros carecemos de un pelazo. Nos encantará ver el tuyo.




9. ¿Cirugía plástica? Solo si es estrictamente necesaria.

¿He dicho que nos gusta lo natural? Si tienes una nariz como un tucán o menos tetas que una culebra, hazlo. Si tienes un complejo real y vas a ser más feliz... pero nos gustan las tías de verdad, que se puedan tocar sin miedo a romperlas.




10. Ríete. ríete mucho. 
Ríete de ti misma y de nosotros. ¡Haznos reir! Nunca, nunca sobra el sentido del humor.



martes, 17 de noviembre de 2015

En Europa. Guía práctica para el visitante Yihadista.

En Europa hacemos fiestas, bailamos, reímos y bebemos alcohol. Lo hacemos muy a menudo y nos encanta.


Charlie Hebdo: "Ellos tienen las armas. Que les jodan. ¡Nosotros tenemos el champagne!"

En Europa estamos aprendiendo a respetar que hay diversas formas de amar. Él con él, ella con él, él con ella, ella con ella... Todas igual de válidas.


ig: loveivytoo

En Europa hacemos videoclips con veinteañeros con cabezas de caballo bailando semidesnudos sobre unicornios hinchables en una piscina.
ig: viper_matt

En Europa, a veces escuchamos una música estruendosa que incita al sexo libre y desenfrenado. Y otras veces escuchamos jazz. Y otras veces a Vivaldi. Y otras veces a Metallica. Escuchamos mucha y muy variada música donde se dicen muchas barbaridades. Porque el arte, entre otras cosas, va de eso.

En Europa nos gusta expresarnos a la hora de vestir. Un día puede que nos apetezca ir con un abrigo 4 tallas más grande y al día siguiente más ajustados que una gogo. O medio en pelotas.


ig: nwoodward87


En Europa tenemos playas nudistas.

En Europa un hombre puede tener una esposa. Y una mujer un marido. A veces, tenemos amantes. Y si nos descubren todo suele terminar en un divorcio o una separación. A veces, incluso, podemos llegar a hacer una fiesta tan divertida para separarnos como lo fue la del matrimonio.




En Europa, un divorcio por infidelidad no acabará nunca en una lapidación y si un hombre hace daño a una mujer, la sociedad le señala con el dedo primero, y le da la espalda después.

En Europa hacemos caricaturas y bromas sobre cualquier tema. Incluidos los dioses. Y no se nos ocurre matar a nadie por hacerlo. Al revés, lo más probable es que nos riamos juntos. A los Europeos nos gusta reírnos de todo y de todos, pero sobre todo, de nosotros mismos.


the oatmeal


En Europa, nuestras mujeres, hacen TopLess y, entre (casi) todos, estamos luchando porque los pezones femeninos salgan de un tabú que dura ya demasiados años. Nos gusta ver tetas, culos, vaginas y penes. de todos los colores. Nos parecen todos bonitos, diversos e igual de válidos.




En Europa nos gusta viajar. Cuanto más lejos, más remoto y más distinto, mejor.

En Europa amamos la vida y odiamos la muerte.

En Europa comemos de todo. Algunos comen solo verduras, otros se ponen ciegos de carne y otros viven a base de café y tabaco.  Y no miramos mal a nadie que coma cualquier cosa que le plazca.


ig: bigkahunaburgerr


En Europa nos tapamos si hace frío, pero si hace calor podemos llegar a ir en bañador por la calle.

En Europa solo ayunamos si nos lo manda el médico. Y nos lo saltamos a la primera oportunidad que tenemos. En Europa nos encanta no hacer caso a los médicos.

En Europa nuestras mujeres se maquillan y echan perfume. Y a los hombres nos encanta ir con una chica guapa de la mano por la calle.


ig: emrata


En Europa, a veces, blasfemamos cuando nos enfadamos mucho. Pero no pasa nada, ya que solo son palabras que se las lleva el viento y que nos hacen sentir bien momentaneamente.

En Europa vas a encontrar gente que coma con palillos, con la mano derecha o con cuchillo y tenedor. O con ambas manos si se trata de una hamburguesa. O directamente con la boca si se trata de comida depositada en el cuerpo de nuestra pareja.


ig: italist_official


Los Europeos somos cada vez una sociedad mas laica. Poco a poco, lo estamos consiguiendo. Nos ha costado muchos años, mucho esfuerzo y mucha sangre conseguir se una sociedad que respete todas las religiones pero que no imponga ninguna. Y estamos muy orgullosos de ello.

Y sí. En Europa somos libres. Puede que no libres en todo su esplendor ya que la liberad como tal no existe. Pero nosotros, cada día que pasa, estamos un poco más cerca. Cierto es que, de manera implícita, somos esclavos de marcas, tendencias y modas, pero cada uno de nosotros es libre de no seguir esa religión

Porque en Europa, al fin y al cabo, llevamos muchos años luchando por una sola cosa: la libertad.

Y nada ni nadie nos la va a arrebatar.


ig: jimirodriguez
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miércoles, 20 de mayo de 2015

Cuarentaydosmilcientonoventaycinco

Son las 09:00 de la mañana de un domingo de 2015. Faltan 10 días para cumpla 33 años. Todavía no me he acostado y estoy en mi salón con unos amigos. Llevo un traje verde Henzai (uno de esos trajes de lycra de una sola pieza que cubren cada parte del cuerpo, incluidos los ojos y la boca) y fumo y bebo la enésima copa de Ballantines con coca-cola zero. Me lo estoy pasando muy bien, pero una mosca del tamaño de un banco del retiro vuela detrás de mi oreja. Y es que no es un domingo cualquiera, ya que dentro de exactamente 7 días, a esta hora, estarán dando el pistoletazo de salida de mi primera maratón. 


A eso de las 10:00 de la mañana me voy a la cama, me cago en toda mi familia, y me duermo. 


Yo y mi traje verde

La semana pasa rápido. Aunque el domingo me fumase más de un paquete de tabaco, durante estos siete días no fumo ni un cigarro. El lunes, martes y miércoles, me dedico a comer proteínas, única y exclusivamente. De este modo llevaré mi peso a 79 kilos, cosa que mis rodillas agradecerán mucho el día de la carrera. 

El miércoles, cuando estoy recuperado a nivel pulmonar de la hecatombe del sábado pasado, me meto en una clase de spinning en la que sudo y expulso por cada poro de mi piel toda la mierda que aun tengo en el cuerpo. Estoy de bastante mal humor y decepcionado conmigo mismo ya que, aunque he entrenado bastante en los últimos tres meses, la he cagado. El dia que me apunté al maratón, lo dije muy convencido: “El mes anterior a la carrera voy a ser un puto monje budista; no voy ni a beber, ni a salir ni a fumar NADA”. Y no lo he cumplido ni de lejos. De hecho he salido absolutamente todos los fines de semana desde aquel día (como siempre suelo hacer, por otro lado). Tengo una agencia de publicidad que me da mucho trabajo y mucho estrés y la única manera de no tirarme por una ventana es saliendo a correr y bebiendo los fines de semana. Pero a lo hecho, pecho. Creo que en una semana me voy a poder quitar bastante mierda de encima y mi cuerpo, con un poco de suerte, no se va a acordar de esa gran borrachera. 

Durante el jueves y el viernes, empiezo a meter, poco a poco, hidratos en mi dieta y procuro dormir al menos 7 horas al día durante esa semana. Es importante decir en este punto que el día de la carrera, casi con un 100% de seguridad, anuncian lluvias. No es algo que me preocupe en exceso, pero se debe de tener en cuenta. Podía llover o podía hacer un precioso sol primaveral. Y va a pasar lo primero. Mientras no caigan ríos de agua por el camino o el sol no sea abrasador, voy a correr esos putos 42.195 metros. La lluvia refresca y da un punto mítico a la carrera y el sol da buen rollo. Sea como sea, el lado bueno va a estar ahí. No hay que hablar del tiempo. Hablar del tiempo es de personas mediocres y vacías. A no ser que seas campesino u organices bodas. 

El sábado, como dictan los cánones, ceno muy pronto; tipo 18:00, un plato enorme de pasta bolognesa (uno de mis platos estrella) y me sobrehidrato (de H2O) como una bestia durante todo el día. Me corto las uñas de los pies y salgo a trotar 15 minutos para que mis músculos no se duerman. Me acuesto pronto pero los nervios me juegan una mala pasada y al final no me duermo hasta las 02:00 de la mañana. 

A las 06:00 ya estoy en pie. He dormido 4 horas pero contaba con ello. Lo importante es que durante toda esta semana he dormido mucho. Debido a mi trabajo, que me da cierta libertad de horarios, nunca me suelo levantar a esta hora a no ser que tenga que coger un vuelo, por lo que todo es extraño para mi. La luz, los sonidos del centro de Madrid que se cuelan por mi ventana, lo que suena en la radio… Demasiada calma. No está mal. De hecho sé que si sigo a este ritmo, voy a acabar levantándome pronto para ir a correr en vez de hacerlo a última hora del día. Es algo que todo gran corredor acaba haciendo y presiento que, de alguna manera u otra, me va a tocar hacer. 

Llueve. Bastante. 

He quedado con mi colega, con el que me he entrenado durante casi cuatro meses, en un par de horas, por lo que tengo tiempo de hacerlo todo con calma: desayuno lo que suelo desayunar (tortilla de dos huevos y un vaso de cocacola) y voy al baño. Dos veces, lo cual me provoca un genial sentimiento de “una cosa menos de la que preocuparme”. Unto mis pezones de vaselina, me visto, cojo un chubasquero barato y salgo de casa. 

La ubicación de mi casa, en el centro físico de Madrid, me permite ir andando a la carrera. La ciudad está desperezándose aún. La lluvia es suave-media y ya veo algunos runners andando hacia la salida. Somos como espermatozoides o miembros de una secta que van al mismo sitio. Incomprendidos. Conscientes de una especie de código secreto que solo nosotros conocemos y que se pone de manifiesto con tan solo un cruce de ojos entre nosotros. Recuerdo que, una época en la que llevé bigote, me ocurría lo mismo cada vez que me cruzaba con algún tipo con bigote. Nos mirábamos y sabíamos que pertenecíamos a una especie de élite.

Encuentro también algunos borrachos haciendo cosas de borrachos por la Gran Vía. Sería muy fácil decir que son penosos y esperpénticos pero jamás haría eso ya que podría ser yo mismo hace una semana. Les respeto y me alegro de que existan.Cada uno en su papel: el borracho, la monja, el mendigo, yo (que hoy soy el runner), el taxista y le señor con el periódico componemos esta maravillosa y enorme urbe. Y hay espacio para todos. 

Muy pronto, mi compañero y yo, ya casi hermanos después de tantas horas de entrenamiento, nos situamos en la línea de salida. A las 09:00 suena pistoletazo de salida que, debido a la larga distancia que me separa de la salida, no oigo.

En la linea de salida. No sé de qué coño nos reímos
Aproximadamente a las 09:13 paso por debajo de la línea de salida y el maratón empieza para mi. En estos momentos, me deshago del chubasquero y lo arrojo a una papelera. 

Solo quedamos yo, mi ropa, mi riñonera, 3 kleenex por-si-me-ca-go, 4 geles de hidratos de carbono, mis llaves de casa, mi teléfono móvil que me va cantando mi velocidad por kilómetro y unos cascos. Todo lo demás es asfalto y cojones, que iré administrando a medida que pasa el tiempo. Tengo en mente tardar entre 03:45 horas y 04:15 en llegar a la meta. 

Los primeros 15 kilómetros transcurren con mucha tranquilidad. es casi un paseo. La cabeza, cómo no, me juega algunas malas pasadas y, aparte de haber hecho pis tres veces (dos de ellas meando lo que lleva un envase de colirio) me empiezan a doler cosas: primero detrás del muslo derecho, el isquio para los enemigos. Me asusto, y pienso que si me duele algo y no estoy ni en la mitad de la carrera, no voy a poder terminar. Más tarde ocurre algo que hace que, aunque parezca mentira, me relaje: me comienza a doler la rodilla izquierda a la que le sigue el pie izquierdo. Para cuando me quiero dar cuenta, me duele todo el puto cuerpo, y es una sensación 100% positiva por que ya no me voy fijando en un dolor concreto, si no en la carrera. Y creo que esto es algo que, en largas distancias, va a ser la tónica: cuando todo duele, ya no duele nada. 

Hacia la mitad de la carrera, llegamos al corazón de Madrid. A la puerta del sol. Es un día de lluvia y ha venido muy poca gente a animar de manera espontánea

-Cariño, vamos a pasar la mañana a retiro con los niños? 
-Huy mira, una carrera, ¡vamos a animar! 
-¡Vamos! ¡ánimo, que tu puedes valiente! 

Esto, hoy, no ha ocurrido. 

Pero en Sol, sí. En sol siempre hay gente. Aunque llueva lava, la Puerta del Sol estará abarrotada y, al entrar, se me pone la piel de gallina, literalmente. Pienso para mis adentros que, si toda la carrera fuese así, superaría el record del mundo sin problemas. En este momento hago un balance de cómo estoy y es super positivo. Tomo un gel cada 10 kilómetros, y me veo muy fuerte. 

Los geles de hidratos de carbono son para mi, literalmente, como las setas del Mario. El cuerpo corriendo, se alimenta de hidratos y, cuando estos se agotan, empieza a tirar de grasas. Y esto duele. Por eso lo suyo en que nunca se acab el depósito de hidratos durante la carrera. Soy una persona que consume muy pocos hidratos de carbono durante la semana ya que mii dieta se basa casi toda en proteínas y, esta semana, desde el jueves, he comido casi todos los hidratos que he querido. Además, llevo 8 dias sin fumar (nos es que fume mucho, pero algo se notará). Por otro lado, he dormido bien y he bebido mucha agua. En definitiva, he hecho los deberes y ahora soy una máquina casi-perfecta que va corriendo a 5 minutos y 30 segundos cada kilómetro. 

Pasada la media maratón, me separo de mi compañero, que va algo más lento. ¿me pasará el más adelante? ¿llegaremos los dos a la meta? Quién sabe.

Ahora voy solo y la lluvia arrecia; no ha parado de hacerlo en toda la carrera y, a veces, es algo molesta. La temperatura es estupenda. En este punto me doy cuenta de dos hechos: el primero es que no quiero seguir oyendo mis marcas por kilómetro. Como tampoco quiero oír música, ya que el ambiente me parece mágico, me quito los cascos y los guardo en mi riñonera. Me parece impensable que esté haciendo esto ya que he preparado minuciosamente un lista con 4 horas de música que me gusta oír mientras corro. Además, quiero tardar menos de 4 horas en acabar la carrera y no se si voy a poder hacerlo sin oír las marca que me canta mi móvil. Pero quiero correr libre, ya tendré maratones para ir a hacer un tiempo. El otro hecho que me sorprende es el siguiente: no he parado de adelantar a gente desde que he salido. No sé cuántos llevaré pero me atrevo a decir que entre 300 y 500 sin exagerar un ápice. La respuesta es fácil: yo he pasado por la salida a las 09:13 y estoy adelantando a todos aquellos corredores que se situaron cerca del pistoletazo. Mal por ellos. Aunque adelantar motiva, también es cansado y problemático para todos. 

Hacia el kilómetro 30, cuando se acerca el temido muro, me ocurre algo que me desconcentrará bastante y que me dará una pequeña lección. Según acabo una de las bebidas isotónicas que dan en los puntos de avituallamiento, y la tiro a un lado del camino, doy en un pie a otro corredor. Este, de repente, se tira (que no se cae) al suelo y me tengo que parar. Le ayudo a levantarse pero se queja y me dice que si no tenía otro sitio para tirar la botella. le pido mil disculpas y le animo a seguir, pero él dice que no puede. Empiezo a pensar que le he dado en la cabeza, y no en le pie. Le agarro de debajo de la axilas y le intento levantar pero no hay manera. Me dice que tire. De pronto me doy cuenta de lo flojo que ha sido el golpe, con una botella medio vacía. Tengo que continuar. Le deseo mucha suerte y sigo corriendo. Mientras corro pienso: un maratón es una carrera que se corre con las piernas y se termina con la cabeza y cualquier cosa, cualquier hecho por pequeño que sea, por mundano que a uno le parezca, puede mandar la carrera a tomar por culo. Un pájaro te caga encima y ¡zas!. Una botella de plástico te da en un tobillo y ¡zas!. Hay que ser de hierro. De acero. De diamante. Y tener la cabeza bien fría. Sé que algunos, en este punto, pensaréis que debería haber quedado a ayudarle (estuve aproximadamente un minuto con él), pero tengo años suficientes y experiencia acumulada para saber que esta persona no quería seguir corriendo y utilizó este hecho como excusa para parar. Espero, no obstante, que terminase la carrera dignamente y le mando otra disculpa más si está leyendo esto. 

Y llego, como quien llega a un país absolutamente desconocido, al kilómetro 32. Nunca he corrido más de 32 kilómetros y no sé que criaturas me esperan en este punto. Los que dicen que a partir del este kilómetro empieza la carrera, está en lo cierto. El maratón de Madrid, además, es casi toda en subida a partir de este punto. Yo no noto ningún muro, tal y como había leído. No noto un crack, un punto de inflexión que haga que todo me cueste 4 veces más que al principio, pero si noto, llegado a cierto punto, que me duele absolutamente todo. Aunque no estoy midiendo mi velocidad, o mejor dicho, no estoy escuchando lo que mi móvil me va cantando, si que noto que no he bajado el ritmo y que corro a una velocidad crucero, constante, desde que me quité los cascos. Hacia el kilómetro 35, me vienen a la mente todas las horas que he entrando, todo las dudas que he tenido, y todas las veces en las que he pensado que no liba a conseguir, y se me escapa una lágrima. Yo no lloro ni en el funeral de mis padres, pero esta lágrima sale de mi obsoleto lacrimal como la sangre una herida. De manera tan natural, casi obvia, que me hace sonreír. Lo voy a lograr. es la lágrima de lo voy a lograr. Y es maravillosa. 

Noto, cierto es, una sed tremenda que me viene acompañando desde hace una 6 kilómetros. No paro de beber (al final de la carrera habré perdido unos 3 litros y medio de agua y quemado más de 3.500 calorías) y los geles de hidratos (ya llevo 4) han secado mi boca y no paro de beber. Cojo incluso algunas botellas del suelo y no me da ningún reparo; no soy nada escrupuloso pero en este momento buscaría en el fondo de un pozo de mierda para un trago de agua. En este punto me doy cuenta de que, de vez en cuando, paso a gente en un estado realmente lamentable: respiran como si estuviesen echando el mejor polvo de su vida, y su cara es la de estar recibiendo una paliza a cargo de un grupo de skinheads. Otros (muy pocos, ya que me muevo en una parte de la carrera que no va muy lenta) van andando o se dejan arrastrar por un amigo. Pienso que en la meta de un maratón hay que entrar corriendo por tu propio pie. Todo lo demás es absurdo. 

Hacia el kilómetro 40, la lluvia me enseña su cara más agresiva, pero a mi me encanta. En este punto, ya no pienso mucho. Solo en correr y respirar. Soy un barco que navega por un océano lleno de olas con un objetivo clarísimo. Soy un puto zeppelin. Mucha gente tiende a preguntar a los que corremos en que pensamos tantas horas. Yo siempre he presumido de que alguna de las mejores ideas empresariales que he tenido han sigo corriendo, pero todas las veces que he corrido largas distancias, ha llegado un punto en el que no pienso en nada. Pie, Pie, inhalo, exhalo. Llegas a entrar en una especie de escenario zen en el que ni eres ni estás, pero a la vez existes en el significado más profundo de la palabra. Ya no tengo sed, ya no me duele nada. Solo avanzo y sigo adelantado a gente. La gente anima y la entrada al retiro, a tan solo unos cientos de metros de la meta, es absolutamente épica. Por eso, decido salir de esa especie de trance y vivo el momento. Lo voy a lograr. Joder. Sí. Diluvia. Literalmente. Es el punto de más lluvia de toda la carrera. Soy Rambo. Soy Terminator. Soy Rocky I, II, III, IV y V. 

Me acuerdo de cuando corría de pequeño. Me acuerdo de que nunca he ganado nada importante en ningún deporte. Me acuerdo de la gente que decía que lo iba a lograr. Me acuerdo de todas las horas de entrenamiento. de las cuestas. del hielo en las piernas. Me acuerdo de mi abuelo, que ni corría ni nada, pero me acuerdo de él. Me acuerdo de lo que era para mi un maratón cuando era pequeño. Me acuerdo de tantas mierdas que, cuando paso por la línea de meta, tres horas y 57 minutos después de pasar por la linea de salida, lloro. Yo que nunca lloro. Menos mal que con la lluvia no se nota. Pero lloro más que en mucho tiempo. 

Nunca voy a olvidar este momento. Es mi ciudad. Ha sido absolutamente épico. Se que habrá más. Lo mismo intento correr más distancias. O lo mismo me da por los triatlones. O lo mismo me da un infarto mientras apuro esta copa de vino y este cigarro que fumo mientras escribo esto. Quién sabe. Pero esa carrera, esos 42.195 metros no los voy a olvidar nunca. Esos se vienen conmigo a la tumba.


Cruzando la meta. La procesión va por fuera.

jueves, 16 de abril de 2015

Las 10 mejores canciones para correr una maratón.

Saliendo de casa
Roxette - Dressed for success
Espabila. Vas a correr 42 kilómetros y tienes que empezar el día con marcha (y con tiempo). Levántate por lo menos 3 horas antes del pistoletazo y baila mientras te vistes.


Salida
Queen- Breakthru
¡Pum! Sal con fuerza y utiliza el bajo con el que comienza esta canción, para empezar la carrera con fuerza. Pero ojo, no te dejes llevar por la emoción. Luego podrías notarlo a mitad de la carrera. Sal fuerte pero a tu ritmo.


Kilómetro 5
The war on drugs. An ocean between the waves
¿Llevo bien atadas las zapatillas? ¿los geles en su sitio? ¿a qué tiempo estoy haciendo el kilómetro? Los primeros 5.000 metros han pasado volando y han servido para ponerlo todo en orden. Es hora de que empieces a meterte en la carrera y esta canción es la mejor para eso. No hay otra igual.


Kilómetro 10.
Bruce Springsteen. Human Touch
Muy bien. Ya llevas 10 kilómetros, una distancia perfecta para juzgar como va tu carrera. La caja de este tema de El Jefe va a poner las cosas en su sitio y el subidón final es espectacular. Lo estás haciendo muy bien.




Kilómetro 21
Arcade Fire. Rebellion (lies)
Ya has completado la primera parte de la carrera. Toda una media maratón. Pero tú eres un rebelde y Arcade Fire o sabe. ¡Restart! Los epiquísimos violines del final del tema te van a dar la fuerza necesaria para afrontar lo que que queda de carrera. Y necesitas mucha.


Kilómetro 30
Hoppípolla. Sigur Rós
Estás disfrutando. Esta siendo duro, pero estás corriendo por una ciudad maravillosa, rodeado de gente maravillosa. Es irrepetible. Y lo estás pasando bien. Esta canción, que es un subidón constante e infinito está haciendo que tus piernas se muevan y ni lo notes. 


Kilómetro 32. El muro.
I am a river. Foo Fighters
Ya está aquí el muro; las piernas son dos columnas de mármol y tu respiración es cada vez más rápida. Tranquilo, todos a tu alrededor están igual. Pero sabes perfectamente que, como llega, pasa. Toma un gel, unos sorbos de bebida y supéralo con el estribillo de este temazo. Eres un río. Antes que acabe la canción, todo habrá vuelto a la normalidad y volverás a correr normalmente.


Kilómetro 40
Carros de fuego. Vangelis
Muy típica, pero no podía faltar. Escuchas una nota de este tema y ves a gente correr. Gente que lo da todo por llegar a la meta. Gente a la que nada la puede parar. Como tú, que ya solo estás a 2.195 metros de sentir una de las sensaciones más enormes y placenteras que vas a experimentar en toda tu vida.




Meta
Fix you. Coldplay
Lo has conseguido. Todos los madrugones, todos los entrenamientos, todas las cuestas, todos los "estás loco", todos los "no lo voy a lograr", todas las agujetas. Ya está. Has hecho algo que un porcentaje muy bajo de la población puede lograr. No conozco un tema más motivador para entrar a una meta de una maratón que este. Cuando cruces la linea llora, ríe, grita pero sobre todo disfrútalo. Es tu momento. 




Bonus track. Relax
Wings. Gustavo Santaolalla
Es tu momento. Disfruta. Reflexiona. Date un baño de agua caliente, siente tus músculos y respira profundamente. Esto lo has logrado tú y solo tú. Y si has logrado correr durante 42 kilometros, puedes lograr lo que te propongas en la vida. En unas zapatillas de running, en unos zapatos de ejecutivo o descalzo. Todo depende de ti.



martes, 29 de julio de 2014

Las 30 cosas más sobrevaloradas

1. Sexo en el mar. Vienen olas, entra agua por todos lados y rechina. No es como en las pelis. 


2. Las puestas de sol. Son un coñazo. El sol va bajando y se deja de ver. Ahá. ¿Algo más?


3. Ir en camello. Te duele el culo, te sientes gilipollas, pasas momentos de miedo, va lento y a los 5 minutos ya te quieres bajar.


4. Los gatos. Internet está plagado de ellos. Pero a la hora de la verdad no son más que animales silenciosos que pasan de tu culo.


5. El caviar. Es caro porque escasea. Pero no son más que bolitas negras con sabor a marisco con un precio absolutamente desorbitado.

6. Change.org. Sirve para que te sientas bien sin mover el culo de la silla, pero a los gobiernos les da exactamente igual el 90% de las veces.


7. Los años de uni. No eran para tanto. No tenías un pavo y había que estudiar todo el rato. 


8. Ryan Gosling. Su cara de perro mojado no esconde el hecho de que tenga cazo. ¡No está tan bueno por Dios!


9. El jazz. Asúmelo. No lo entiendes. Puedes poner cara de que sí, pero el jazz solo lo disfrutan unos pocos.


10. "2001. Una odisea en el espacio". La cantidad de marihuana que tienes que fumar para que sea entretenida no cabe en una piscina olímpica.


11. Los eclipses. Los ves en las noticias y te emocionas. Luego llega el momento, pasa rápido y son una mierda como un piano.


12. Los Gin Tonics. Son los reyes del Postureo. No he oído tantas tonterías sobre un cocktail como de éste. Y son todos igual de insulsos. Tómate 3 y querrás irte a la cama con la boca amarga.

13. El turismo rural. Desconectar no mola tanto. No hay wifi. Un paseo por el bosque está bien. Al 2º día el cuerpo ya te pide marcha a gritos.


14. Las series y las pelis de tu infancia. ¿Has vuelto a ver Padres forzosos? ¿Y Los Goonies? ¿A que no tardas más de 5 minutos en cambiar de canal?


15. Jennifer Lopez. ¿Esa cara? ¿Su culo asegurado por miles de dólares? ¿Pero estamos locos?  Se puede hacer surf en esa celulitis.


16. Las tias hipster. Visten como señoras y no enseñan nada. A los tíos nos mola ver un poco de carne, no una dependienta estirada de Uterqüe.


17. El 90% de los partidos de futbol. El partido del siglo, un encuentro histórico... Empate a cero o uno a cero con un gol de rebote en la mayoría.



18. Ver fotos viajes de colegas. No te molestes. Si yo no salgo, no le voy a hacer ni puto caso.

19. Martes y Trece. "¡Qué buenos eran!" "¡Quiero un sopa!". Es el humor más simplón y fácil escrito jamás. 


20. La movida madrileña. Ya basta por favor. Casi toda la música era horrenda. Y de la moda valen tres cositas. Pasemos página, please.


21. Las joyas. Que un bien sea escaso no quiere decir que sea bonito. Pagar un millón de euros por una piedra es una barbaridad.

22. El arte abstracto. Uno de los reyes de lo sobrevalorado. Nadie. NADIE. Ni el autor lo entiende. Solo entiende que se mete en el bolsillo €10.000 por unas manchas en un lienzo. 


23. La playa. Cuando estás en la ciudad y ves fotos mola mucho. Pero tiene un lado oscuro, lleno de quemaduras, salitre, pañales flotando, masificaciones y bocatas con arena.


24. Los discos de vinilo. Para decorar están bien, pero son enormes, se rayan con mirarlos y no caben en un pendrive. Y NO SE OYEN MEJOR.


25. El cine en 3D. Es carísimo, incómodo y en la mayoría de las pelis está fatal conseguido. Y con las gafas pareces idiota.  


26. La poesía. Nadie lee poesía. Unos pocos la escriben (pero me ha dicho un pajarito que ni ellos mismos leen poesía). 

27. El quijote. El libro más sobrevalorado de la historia junto con La Biblia. "Innovador", "Original", "Obra Maestra"... Lo realmente heroico es terminárselo.


28. Los penes grandes. Para fardar de paquete, ok. Pero si son excesivamente grandes, duelen. Y lo sabes.


29. Bob Dylan. "Intelecto descomunal", "Inteligencia desbordante". No es el Dios en la tierra que quieren que creamos. 


30. Las pinturas rupestres. ¡Uhh! ¡Pintaban con sangre! ¡Animales! Mi sobrino de 1 año con un pintalabios lo hace mucho mejor.

Escrito por jimirodriguez